Estoy seguro de acabará siendo el día más bonito de este largo viaje. Cuando los porteadores abandonaron el Campo 2 y Tom y yo nos quedamos solos, me invadió aquella soledad astronómica que sólo se puede vivir en lugares como este.
El GasherbrumLha es un amplísimo collado situado a unos 6500 m que separa los Gasherbrum I y II, y que limita Pakistán de la China.
Tras descansar unas horas dentro de la tienda, a media tarde decidimos recorrer el largo trayecto que separa nuestra tienda de aquella línea mágica fronteriza entre Pakistán y China; unos dos kilómetros ligeramente ascendentes a través de unaenorme llanura glacial secundada a ambos lados por dos gigantes, los Gasherbrum I y II. Su mirada atenta parecía seguir de reojo aquellos dos minúsculos invasores, que como dos hormigas trazaban una línea recta a través de la nieve profunda, pero vista su impasible inmovilidad, diría que la suya era una concesión condescendiente a alterar el orden establecido durante milenios, ya violar un dominio privado y exclusivo.
Las últimos metros fueron mágicos. La ancha línea del collado que durante horas se había recortado sólo con el cielo, a cada paso que hacía iba descubriéndonos un nuevo mundo. Así, China de pronto se desplegó bajo nuestros pies. Un inmenso mundo de glaciares y montañas desconocidas, un mundo virgen, desconocido, bañado por los últimos rayos de sol de un atardecer que no olvidaré nunca. Me sentía como si hubiera descubierto un nuevo mundo.
Miraba de reojo el Gasherbrum I. Una montaña que me genera amor y al mismo tiempo un afligido respeto. Es el primer ochomil escalado en estilo alpino justo hace cuarenta años por la gran cordada Messner-Habeler, una ascensión que explicada por mi admirado Peter Habeler generó gran parte de mi fascinación por el alpinismo. Pero al mismo tiempo es el sepulcro de mi querido Alberto Ibáñez y de su compañero de cordada José Grañó, que desaparecieron cerca de la cima en 1990. Y que lo es también de Xevi Gómez, Alvaro Paredes y de Abel Alonso. Con Albert habíamos compartido muchas escalada a finales de los años ochenta.
Mientras andaba hacia el GasherbrumLha pensaba que sus almas se mezclaban en aquel ambiente tan mágico. Me era imposible no dejar de recordar los días tan lejanos que habíamos pasado juntos con Albert. Aquel lugar había detenido nuestro tiempo de amistad para siempre. Y pensaba si teníamos el derecho de perturbar aquel sepulcro sagrado tan virgen y especial. Y pensaba que si lo hago, lo haré con el máximo respeto y la máxima estima por los que aún permanecen allí para siempre.
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