Hace justo una semana que hicimos cumbre y desde entonces me he visto involucrado en una carrera desenfrenada por volver a casa. Hoy por fin estamos en Islamabad, donde puedo disfrutar del primer día de pausa. Y la verdad es que la celeridad del retorno ha desvanecido un poco los recuerdos de aquellos días de cumbre tan intensos: ahora todo parece irreal, como de otra vida, y necesito volver a ver las fotografías de aquellos días para volver a vivir aquellas mismas sensaciones.
La noche del día 22 al 23 no paró de nevar. El Campo 2 quedó una vez más cubierto de una nueva capa de nieve. Por la mañana discutimos sobre la nueva e inesperada situación: la previsión no hablaba de nieve y mucho menos de una de las más importantes nevadas de los últimos días. El grupo taiwanés se había retirado y en el Campo 2 sólo quedábamos nosotros cuatro: Yannick, Tom, Sadiq y yo. La previsión para el día 24 seguía siendo muy buena, tanto la de Yann, el metereólogo deYannick, como la de Albert Rius, que también me ayudaba en esta tarea. Pero claro, viendo el panorama, desconfiábamos ya de las previsiones … Entonces ¿qué hacer? Por un lado podíamos confiar en la previsión con fe ciega y continuar a pesar de la nevada que aún caía por la mañana. Pero ¿cuánta nieve nueva se había añadido a la descomunal cantidad de este año? Por otra parte, un ataque no exitoso supondría el fin de la expedición: ¿y si guardar el último disparo para una ocasión mejor?
Finalmente se impuso la idea de seguir adelante. Cabe decir que bajo la insistencia, sobre todo del Yannick. Tenía razón. No perdíamos nada subiendo al Campo 3 y ver qué pasaba al día siguiente con el tiempo.
Desenterrar a nuestro paso los 1000 metros de cuerda fija que habíamos equipado entre los Campos 2 y 3, fue una tarea tan pesada como la de abrir huella. Pero la moral era alta, el tiempo parecía que empezaba a cambiar y esperábamos mucha más nieve de la que había. A ratos nos hundíamos por encima de la rodilla, a otros a media caña, pero podría haber sido peor.
Hacia el mediodía llegamos a los 7060 metros del Campo 3. El cielo, ya definitivamente roto, ofrecía esperanzas en forma de ventanas azules y el viento, inexistente, permitía que el sol calentara nuestras pequeñas tiendas hasta última hora. Hacía una tarde tan buena que nos permitimos el lujo de pasar bastantes ratos fuera y hacernos fotografías. La verdad es que el campo está situado encima de una gran espolón de roca, que conforma un mirador impresionante sobre el Gasherbrum La y sobre el circo de los Gasherbrum donde está situado el Campo 1.
Discutimos la hora de salida. Hubiera sido preferible apostar por las 10 de la noche, la hora habitual de salida, pero debido al cansancio del día anterior, decidimos retrasar la salida hasta las doce de la noche. Después discutimos sobre el papel de Sadiq, nuestro amigo deBalstistan. Desde el principio habíamos convenido que nos acompañaría hasta la cumbre. Él ya la había escalado dos veces y era vital que nos ayudara a abrir huella. Pero desde hacía unos días que su cara lo decía todo: quedaba claro que no tenía ninguna intención de intentarlo. Tenía miedo. Miedo de la cantidad de nieve y miedo de bajar sin cuerdas fijas. Insistía en que tenía cinco hijos, y rehuía nuestra mirada cada vez que le preguntábamos qué quería hacer. Al final, tomamos la decisión de que se quedara en el Campo 3 esperando nuestro regreso.
Las horas pasaron muy rápido. Yo no pude dormir. Las incertidumbres no me lo permitieron. ¿Cuánta nieve habría? ¿Habría demasiado riesgo de aludes? ¿Tendríamos fuerzas para ir y volver? Yo estaba tomando antibióticos por una afección en el cuello, que no me permitía respirar con toda la amplitud. Incluso durante las horas previas me levanté dos veces por una cierta descomposición intestinal. Nada grave, pero todo ello añadía más incógnitas a un ataque ya de por sí muy incierto. Finalmente, a las 12h30, nos pusimos en marcha.
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