Aunque se haya dicho tantos veces que uno de los grandes valores de nuestro pequeño país consiste en su capacidad asociativa, es pertinente volverlo a hacer porque a veces olvidamos la gran aportación que supone para nuestra sociedad. Y una muestra más del que os digo la he vivido este fin de semana en dos ocasiones; el sábado durante la IX Feria del Libro de Montaña de Tavertet, y el domingo en el XXXII Concurso de Castells de Tarragona.
Tavertet es uno de los pueblos más bonitos de Cataluña. Situado en los riscos del Collsacabra, ofrece un marco paisajístico privilegiado para acoger un certamen de estas características, donde los expositores, -editoriales, librerías y otros-, encuentran en Tavertet y en el entorno natural una complicidad que va sumando participación año tras año. Participé durante la primera edición, en una mesa redonda con Antoni Bassas y Anglada, y este año me volvieron a invitar a pasar mi audiovisual “Del 8b a los 8000 m”. Y la verdad es que la experiencia fue entrañable, con un público paciente que después de los problemas técnicos creó un ambiente de calidez a mi alrededor como en pocas ocasiones. Tavertet, los libros, el Collsacabra, una organización entusiasta, un público entendido y muy agradecido, y una sensación privilegiada de formar parte de lo que entendemos por civilización, son elementos que te obligan a ser lo más excelente posible. Algunos amigos no entendían que estuviera un poco nervioso, “jugando tan cerca de casa” pero bien es verdad que precisamente tenemos que ser más exigentes con aquellos que tenemos tan cerca, con aquellos con quienes en el fondo nos debemos de. Sólo puedo decir que el apoyo y el afecto que recibí me emocionaron como en ninguna otra ocasión.
Y domingo en Tarragona. Los que más me conocen saben de mi larga y profunda pasión por el mundo casteller, y el concurso bianual es una cita obligada. El escenario es fantástico, con la remodelada plaza de toros de Tarragona, que nos obsequia con una luz de invernadero que atenúa y suaviza el magnífico collage de colores que se extiende por toda la plaza. Tengo la suerte de tener buenos amigos en Vilafranca, algunos ligados de pleno a la “colla” y referentes del mundo casteller, como Sergi Via y Toni Bach, y otros que como casi todos los Villafranquinos están ligados indirectamente a la “colla”, como Pep Ollé o Lluís Ràfols. Así que este año, me pusieron la camiseta verde y tuve el honor de poner un ínfimo granito de arena participando en la base de los castillos, en la “pinya”, en las galeras, donde los castillos se viven con una intensidad brutal. Y Vilafranca estuvo a un nivel sensacional. Lástima de la “Torre de Vuit” que se rompió injustamente, puesto que en ensayos se había incluso descargado con “acotxador” y todo. Se hace difícil transmitir en pocas palabras el inmenso mérito que supone mantener la tensión, la exigencia, la excelencia y la firmeza de Vilafranca durante los últimos años. A mí me parece un milagro. Pero es un actitud que querría reconocer extensivamente a todo el mundo Casteller. No somos conscientes del esfuerzo titánico que supone mantener la ilusión y la motivación de miles de castellers, que año tras año, y sin ningún ánimo de lucro, nos hacen disfrutar de uno de los espectáculos más sensacionales del planeta.
Por otro lado y como valoración general, querría añadir tres cosas más. En primer lugar felicitaciones entusiastas a la Joves de Valls, y ánimos a la Vella, porque todos los que somos aficionados a los castillos, somos y seremos siempre un poco de Valls. En segundo lugar la buena noticia que por fin dos “colles” intentan entrar al club de los gama extra. Espero que con su perseverancia lo consigan en el futuro. Y por último lamentar la ausencia de los Minyons de Terrassa, que espero que algún día bajen del burro y se den cuenta que es un Concurso, pero sobre todo un gran espectáculo.
Para acabar pues, felicidades a todos, pero especialmente a David Miret, a Toni Bach y al gran Sergi Via. Todo el mundo tiene héroes. Los míos estaban cubriendo la arena de la Plaza de toros de Tarragona.
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